El creador de Shin Chan, el mangaka Yoshito Usui, lleva desaparecido desde el pasado viernes, después de salir a dar un paseo por la montaña, según le contó a su familia al salir de casa. Marc Bernabé, traductor de manga y amigo del autor japonés, cuenta en su remozado blog ‘Mangaland‘ que «no me ha extrañado demasiado la noticia. Usui es un hombre realmente excéntrico y siempre me ha parecido bastante torturado por dentro». Aunque todavía no se ha desvelado el misterio de lo ocurrido al dibujante, su caso bien podría recordar al de Hideo Azuma y su ‘Diario de una desaparición’ (Ponent Mon).

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Al leer -o ver la popular adaptación televisiva- Shin Chan, uno piensa que su autor debe de ser un tipo, cuanto menos, alegre y dicharachero. Quizás así lo fuera cuando en 1992 creó las aventuras de Shinnosuke Nohara, un tebeo costumbrista pensado -a pesar del perfil que se le ha dado por estos lares- para un público adulto.

Pero, después de alrededor de medio centenar de volúmenes de la obra en el mercado, quizás a Usui le haya superado la presión. Es bien sabido que los editores japoneses exprimen a sus gallinas de los huevos de oro hasta la extenuación, y una serie semanal obliga a cumplir a los autores plazos de entrega muy estrictos. El mangaka Hideo Azuma vivió esto en sus carnes, y decidió escaparse de casa y convertirse en vagabundo, una experiencia que plasmó en forma de cómic.

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En ‘Diario de una desaparición’, Azuma nos cuenta como, harto de su trabajo, decide irse de casa al más puro estilo «bajo a buscar tabaco», sin decir nada ni a su familia ni sus ayudantes. Así, se lanza a vagabundear y se convierte en un alcohólico. El autor nos cuenta, tomando una distancia casi dolorosa, cómo rebusca en la basura para poder comer o busca colillas que fumar.

Tras explicar minuciosamente cómo es su día a día como indigente, Azuma relata su vuelta al hogar y su rehabilitación, un proceso largo y difícil. Tal como explica el propio mangaka, opta por narrar los hechos de la forma más objetiva posible, sin adentrarse en sus conflictos familiares y personales, una herida en la que evita profundizar. Quizás esto le reste profundidad como tebeo, pero no le quita valor como testimonio de una situación no tan rara en una sociedad como la japonesa.

Esperemos que a Usui, creador del divertido Shin Chan, no le haya pasado nada grave, y todo quede en unas merecidas -y abruptas- vacaciones.